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¿Conocer al protagonista es igual a creerle?

  • Andrés Tejada Iglesias
  • 28 nov 2017
  • 2 Min. de lectura

Filth (2013) Dirigida por Jon S. Baird

Cuando vemos una película a través de los ojos de un personaje, estamos expuestos a la subjetividad de ese sujeto, él guiará nuestros pasos y nuestras percepciones, esto es un recurso que un gran filme va a aprovechar hasta el punto de encontrarnos sabiendo lo mismo que el protagonista, teniendo certeza de lo que éste considera verdad y deseando que cumpla sus metas tal y como las plantea.

La película que me abrió los ojos a este fenómeno fue la maravillosamente grotesca y gloriosamente incorrecta “Filth”, del director británico Jon Baird e inspirada en la novela homónima escrita por Irving Welsh (Sí, él tipo que escribió Trainspotting) donde conocemos e interactuamos con Bruce Robertson quien es interpretado por James McAvoy (su actuación cúspide en la opinión de su servidor). “Este detective intenta conseguir un ascenso en su trabajo”, es una premisa básica de esta obra, pero su narrativa no tiene forma de ser puesta en una sinopsis, incluye hasta un tributo a la aclamada “Reservoir Dogs” de Tarantino que espero que encuentren, la escena en el guión se llama “Shit Reservoir Dogs”.

La película está catalogada como “Comedia negra”, lo cual puede ser acertado desde un punto de vista muy técnico, efectivamente hay chistes, las personas ríen, pero es que es mientras no está ese humor que intrínsecamente la audiencia se incomoda o empieza a sentir cosas que no debería con un filme de comedia, es en esos largos minutos congestionados de emoción y confusión donde el verdadero tono de la película es revelado.

Lo que despierta la película en nosotros se debe a que conocemos a su narrador y protagonista, sabemos sus motivaciones y, sobre todo, lo entendemos; queremos ser cómo él, porque el mismo se dibujó como un “boss” que nunca será derrotado. Cuando presenciamos las mismas imágenes que él presencia, es ahí donde queremos volver a ser un espectador más, pero si hemos seguido la historia con Bruce, retirarnos de su posición y percepción va a ser muy difícil.

Sin adelantar mucho con spoilers, la película se convierte en algo mucho más grande que un producto audiovisual cuando recibimos los golpes del protagonista, cuando McAvoy, a través de “Robbo”, nos escupe en la cara de la misma forma que lo ha hecho con su personaje.

Visualmente es maravillosa, la fotografía no deja absolutamente nada que desear, usando planos donde la información es lo suficientemente útil para sentirnos ubicados en un contexto y remarcando las mentiras a través del color. Otro aspecto técnico que aporta a la narrativa para tener en cuenta es su edición, acelerada y acompañada de ritmos violentos que combinan a la perfección con el discurso del autoproclamado mejor detective de Escocia.

Si están ansiosos por un viaje en la vida de un detective drogadicto y alcohólico, Filth tal vez sea una película que gozarán muchísimo desde todos sus aspectos, pero si buscan una de las mejores actuaciones de esta década acompañada de una experiencia sonora, visual y psicológica a la cual nunca va a dejar de tener en sus referencias al hablar de subjetividades y rupturas de la cuarta pared en el cine… Bueno, hay una posición fetal esperando por ustedes para cuando terminen de ver Filth.

Las mismas reglas se aplican.

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